Todo comenzó a las tres de la mañana. Amanda Morel, embarazada, siente un ligero dolor, una alerta de que su hijo podría nacer en ese preciso momento. La llenaba de angustia que, al llamar a sus familiares y ginecólogo, nadie le respondió. “Me correspondió llamar al 9-1-1, en menos de cinco minutos llegaron los paramédicos y me dijeron que recoja mi ropa porque me iba con ellos”.

Amanda se negaba a irse en la ambulancia y exclamaba que solo llamó para que le indicaran qué hacer, sin embargo, los paramédicos, con gran servicio de vocación le explicaron que ellos tenían el control sobre ella, que su vida y la de su hijo estaban en sus manos.

“Yo estoy muy agradecida del servicio que me dieron ese día, porque probablemente hubiese salido de otra manera, ya sea en un taxi”, expresó. A esto le añadió que contar con un servicio donde tienes un médico que no te va a abandonar en ningún momento hasta llevarte al destino correspondiente, es digno de agradecer.

De esta historia, nos quedamos con el reflejo del corazón de una madre que irradia felicidad y gratitud: “Gracias al Sistema, gracias a Dios porque tener a mi hijo entre mis brazos lo compensa todo. Que me hayan asistido de la manera tan profesional como lo hicieron, igual vuelve a resumirse en la misma palabra: Gracias”, finalizó.